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Que el justo me castigue, será un favor, Y que me reprenda será un excelente bálsamo. Que no me herirá la cabeza: Así que aun mi oración tendrán en sus calamidades.

Serán derribados en lugares peñascosos sus jueces, Y oirán mis palabras, que son suaves.

Como quien hiende y rompe la tierra, Son esparcidos nuestros huesos á la boca de la sepultura.

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